sábado, 20 de octubre de 2012

Propina



Abrazos al portador
libraba ese hombre
luego del café con leche.
Desde una butaca vacía,
dirigía el tiempo dar
caricias de estrellas.
Coleccionista  de afectos,
guardaba en el vestidor
de su redondo vientre,
trampolines al infinito.
La propina de sus palabras
salta todos los turnos,
el primero de la fila
bebe el vino de la espera
con sus alforjas llenas
de un amor arcaico,
en tanto, las últimas cuatro,
comen palomitas blancas
bajo la luz del viejo bar.
Dos perritos lo disfrutan,
como si fuera un hueso.
Una burbuja perversa
le cosquillea la nariz,
mientras con toda calma
 traza anillos en el aire
con su eterno cigarrillo.
Pasa el tren de la urgencia
y el hombre no se turba,
después de todo, lo importante
solo es ser feliz.

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