En tercera persona, mi yo,
pide vivir siempre contigo.
Un inevitable efecto París,
de sentirme vivo a tu lado.
Deseos de alzarse y andar,
divagando en las nubes,
junto al viento que baila
en el borde de tu sonrisa.
Hay momentos en que me siento hurgador de letras muertas, alquimista de consonantes, carpintero de vocales, constructor de palabras sueltas que solas se arman en papel. Y hay momentos en que solo me veo equilibrista de mis pensamientos, sin poder volcar en la pluma frase alguna que refleje la tumultuosa volatilidad de mis alocados sentimientos. Y hay momentos en que me basta pronunciar por lo bajo tu nombre,para saberme vivo. Entero
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