Vale la
pena mantener nuestro secreto.
No te
culpes por la sensación de vivir,
el juicio
de las inmolaciones nocturnas
desperdicia
toda lágrima y distancia.
No hay nubes
de marzo en el poema amar.
Y todo lo
demás es inocente apariencia,
nos
cuesta la maestría de lo transitorio,
pero la mágica cita es curiosa
y sublime.
Ese vibrar
a primera vista cada trance,
en
un volver a
intentar, eterno y novedoso,
en que el
mundo se nos abre, disimulado,
perdiendo
toda noción de límite alguno
en las vigilias,
con que rasgamos el encierro
de
primitivos amores no correspondidos.
Y somos
la historia de dos que soñaron
el
privilegiado juego de las felices horas,
en las
que jugamos lo íntimo de lo profano.
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