jueves, 17 de enero de 2013

Roce


Declaro abiertamente, que
la esencia de las flores,
no es para gente corriente.
En ella viven labios de miel,
cautivos efectos sublimes,
que los afortunados dioses
reciben con el último beso,
consustanciados con el néctar
que aviva casuales pasiones.
Ante ello, el común queda varado,
en insólito dilema eterno,
fluctuar, en la deriva del deseo,
cual terrenal hoja suelta,
o aspirar a ser casi divino,
si de un pétalo, acaso, recibe
un breve y  tenue roce.

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