viernes, 25 de enero de 2013

Cigarras

No existirá la muerte
cuando yo muera,
porque he de morir
en un soleado otoño
así sea plena primavera.
Un aire de caramelo
y un prado de margaritas,
presagiaran días clareados
que sigan a mi ausencia.
Despreocupados ríos
resucitaran vergeles,
mudara su pluma la torcaza
y se romperá el silencio
en el amanecer del campo.
Alguna mejilla será  rocío,
aquel y el otro continuaran
su rutina de fútiles quejas.
Una pequeña artista
pintará de rosáceo suave
su príncipe azul deseado.
Y admitiendo que he muerto,
continuaré viviendo
en el coro de cigarras
que reclaman del verano.

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