Pienso,
hago, siento. Vivo.
Cada
día, el día. Cada día.
Más
consciente del día a día.
Maduro,
crezco, envejezco,
como
puedo. Lo mejor que se.
Gusto
de los años que llegan.
Merecer,
lo que se comienza.
Miro
el devenir con serenidad,
esperando cada día lo mejor.
Disfruto
el presente. Al fin.
Permanezco
más tiempo en él,
y logro aprovecharlo más.
Agradezco
lo que se ha perdido,
lo
que deje ir, lo que se fue.
Acepto,
cuerdo, que todo termina.
Lo
inasible vuelve más valioso
lo
efímero que pasa por mí.
También
las verdades caducan.
Los cambios
son el hilo conductor
que
nos permite engarzarlas,
como
también, dejarlas atrás.
Sin dejar de valorar ese eslabón
sobre el que llegan las nuevas.
Amando
también los errores,
que
fueron certezas una vez.
Así,
las evidencias del hoy, tal vez
serán errores superados mañana.
La
solemnidad no se me pega,
una insolencia tribal me bulle,
resabios
infantiles, apreciados
mucho
mejor en la edad madura.
Como
si pudiera sacarle la lengua
a
las almidonadas firmes verdades.
Todo
puede y debe ser derribado
de
sus fingidos, patéticos pedestales.
Por
lo que he perdido el hábito
de querer,
hoy, encaramarme a ellos.
Los
pocos que otrora he intentado.
También
este, mi cuerpo, acompaña,
con
el peso soñado de la juventud,
declina, cada vez más fibroso,
más disperso,
y a la vez más blando.
Me
gusta lo que la edad le hace.
La
integralidad de los procesos
y la
armonía de los componentes.
La
frugalidad, sin reñir con la golosa
degustación
de placeres sensoriales.
Un atracón
de algo de vez en cuando
refuerza
la moderación cotidiana,
le
da respiro, y la permite a largo plazo.
Amanecer pensando, mi hora lucida,
escribiendo,
mi actividad permanente.
Casi
para los demás, antes que para mí.
Sin
pretensión alguna de posteridad.
Para
los que vienen un trecho atrás,
en
la senda que ya se ha caminado,
para
el que quiera tomarlo, no seguirlo.
Como
advertencia, por si les fuera útil.
Cada
trago amargo, que aproveche,
y deje
en mí, su efecto entrenador.
Que logre,
sabio, poner el contraste,
sin
amarguras, penas ni resentimientos.
Todo
pasa. Lo bueno y lo difícil, también.
Solo
hay que entenderlo y saber vivirlo.
Ilustración: "Calor" (foto) - Juano Tesone
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