martes, 13 de septiembre de 2016

Mejor siega


Ilusionado con la cosecha, se convirtió en sembrador de besos.
El buen Cronos le regaló tiempo prestado, para que germinaran
pronto sus semillas, y no tuviera de nuevo que volver a empezar.
Un gnomo, un hada y la ilusión lo ayudaron a lograr su cometido.
Ocho veces ocho tuvo que contar hasta poder ver su campo florecido.
Punto seguido llegó la maduración y logró la estación de cosecha.
Los primeros frutos, un poco verdes, sin experiencia, tenían sabor a poco,
calmó su impaciencia, no queriendo repetir ese agrio conocimiento.
Para la tercera recolección bastante ya habían mejorado. Eran dulces.
Pero sin dudas la mejor siega la obtuvo al final. Allí estaban los sinceros.

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