Gemidos,
manos suaves que se hunden hasta enloquecer.
Se muerde una almohada quemando la piel,
juego exquisito que ahoga nombres que no se pronuncian.
Simplemente se juega, de a dos, firmes,
invitando con una amplia sonrisa y los labios húmedos.
Ambos. Colmados de suaves apetencias,
perdidos hasta el punto de la entrega sin restricciones,
augurando alcanzar puro placer ,
que inunde de a poco los confines del lecho y derrame
palabras de aliento e intentos
de no querer olvidar lo que se vive en la obscuridad.
Hola: me gustaría publicar algunas de sus obras en http://antologiaenlarevista.blogspot.com. Para ello, necesitaría que se comunique a escobarlarevistadigital@gmail.com para ponernos de acuerdo.
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