Aquí estoy, acostumbrándome a tu silencio.
Pausado suena un bolero con aire ausente,
habla sobre vivir con la historia de un adiós,
pero debajo de estas paredes no hay desánimo,
tal vez hubo minutos de desgarro en un tiempo,
pero pronto todo se acomodó a la nueva situación.
No estás y no hay ningún abrupto despertar,
ni penas o tristezas mordiendo los labios partidos,
sólo el recuerdo de alguien que fue turista
y en su partida
dejó pelusas y flores marchitas.
Y ahora te pido me disculpes, hoy es el día
en que desboco los caballos salvajes y vivo.
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