lunes, 12 de septiembre de 2016

Siete etapas

Sostiene su mirada en espera
a las seis de la mañana.
En una alquimia sin censura
se cambia la piel por violetas,
e inicia su catarsis de todos los días.
De manera casual saluda a la luna
mientras pedalea azul su bicicleta.
Algo de infancia lleva en los bolsillos,
avanza ágil como un saltamontes,
desplegando sus alas de amianto.
Silva en siete etapas la salida del sol,
y con sus dedos entre las sombras
cuenta las cinco razones para ser feliz.
A veces pienso que es solo un laburante
camino a su condena de trabajo,
obligado por el laberinto intacto de la crisis,
pero lo veo sonreír en sus silencios,
transpirando bendiciones en su frente ancha,
vaya uno a saber subido a que andamio,
siempre construyendo casas para otros.
Hasta que tarde, bajando el sol con su espalda,
iluminado se regresa a sus tres niñas
y al beso de quien lo espera con mate y poesía.




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