viernes, 9 de septiembre de 2016

Planeta herido

Ya nada será igual. Ya no.
Ya no habrá un mismo latido,
ni puntos en el mar que nos unan,
ni inesperados encuentros
para ver abrazados acantilados solitarios.
Seguirá el sauce acariciando el río
y continuará la música en el primer piso.
Las tardanzas no serán de espera
y no existirán los pequeños párrafos
garabateados en el vapor del espejo mientras te bañas.
Quedarán sin terminar las maravillas simples
con que solíamos entretener las noches.
Ganarán el olvido los lugares y momentos vividos
y entrarán en una muerte buena las promesas.
No moriremos de amor, porque de amor no se muere,
ni agitaras  tu rebelión de mujer
por las cuatro paredes, para sorprenderme
pidiéndome “quédate conmigo”.
Lo que antes nos era tan fácil naufragará
como una goleta herida
en la estela perfecta de dos desconocidos.
Seremos dos culpables colmados de dudas y verdades,
vientos del desierto arrasando
lo que hasta ayer juntos construimos. Eso seremos.
Exiliados en este planeta herido que hemos construido.


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