lunes, 28 de enero de 2013

Apóstata

Con su toque, la libélula se derrumba
en estéril lucha contra la última farola.
Esta noche no caerán gotas de silencio,
el calor resigna su último escrito pendiente.
En condena, la ciudad es una hereje,
fiel apóstata de su briosa luminosidad.
Distante, el aromo se hechiza en fuegos,
la dualidad del eco deja sentir su queja.
El soneto es un tendedero de sílabas,
un rostro envejecido apaga un te quiero.
Deseo un helado de esperanza y limón
y el río de medianoche no lo traerá.
Cierro la ventana como un ciclo de la vida.
Mañana será lunes. Todo está dicho.

1 comentario:

  1. En estos momentos no dispongo de un helado de esperanza y limón pero, si te apetece, en mi mesa al lado de la ventana hay un oloroso café para acompañar rebanadas de pan tostado, aun calientes y regadas con aceite de oliva y azúcar de caña.

    ResponderEliminar