viernes, 25 de enero de 2013

Mala costumbre


Mi otro yo es casi indirecto.
Tiene un algo de tormenta,
de una tarde de aguanieve.
Es un tren a paso de tortuga,
dejando estelas de un tango
en el esfumado de un papel.
Vive en adioses del mañana,
guareciéndose en sonrisas
cuando mengua la inspiración.
Siente gran envidia de la lluvia
y de esos defectos que admira.
Es un otro yo de rostro lampiño,
firme amante de un último café
en las puertas de alguna aurora,
y de andar en bicicleta por la luna.
Yerra en tornasoles de burbujas
cual un estrafalario genio azul.
Ahora se perdió entre unas letras,
y siento, como una mala costumbre,
la digestión lenta de su ausencia.

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