Cualquiera
de estos días, como arisco lobo,
tomo
una manta, lo que hay dentro de mí,
y
abandono la mitológica manada ciudadana,
inconforme
con los fantasmas de la utopía.
Llevaré
los fragmentos de este, mi cuerpo,
en
la inercia del silencio, al río de la libertad.
Escondido
en porciones de mí mismo, decidiré
a
que desorden, sin ocasos, orientaré la proa.
Lo
adelanto a viva voz, como un buen amigo,
no
sea cosa que mi nave encalle junto a tu figura
y te
encuentres ausente o en otro extraño sitio.
No
sufriera pena mayor, que llegar con el viento
y
encontrar ligado a otro, el vergel de tu abrazo.
Entonces,
mi doncella hecha de fantasías,
aun
me quedaría el desierto del inmenso mar,
para
encontrar la perla que acepte el inconcluso
y obsesivo
desafío de tejer de a dos una elegía.
Por
ahora, soy sólo un hombre que sueña
palabras
en la ventisca, aferradas a un papel,
pero,
por si acaso y por las dudas, te pediría,
espera
el rayar del día ligera de ataduras,
tal
vez podamos conversar como dos amigos.
Ilustración: "Una nave encallada" - Joseph Mallord William Turner
"Llevaré los fragmenstos de este, mi cuerpo"... Podría resumirlo todo, pero guardas al menos una espernza.
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