Algún
día, buscando razones de lo pasado,
razonando
con paz, prudencia y sabiduría,
rescatamos,
de ese cierto lugar escondido,
un álbum de café, donde se
trazó una historia.
Un
cuento a esos amores que trascienden,
una
lección plagada de raros aforismos,
sobre
un primer afecto que dejó hondas huellas.
Nos
brindamos una tregua y, sin trampas,
queriendo
hacerlo aunque no se quiera,
nos
preguntamos que de nosotros hubiera sido,
regalándonos
sueños y fantasías por un rato
en
un pasatiempo de escenografía interior.
Y solo
porque la vida es vida, ya vivida,
guardamos
la ensoñación como algo bueno,
sin
respuestas ciertas a las asomadas dudas.
Volviendo
a ser los mismos extraños de lo cotidiano.
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