Me
suena a gran resignación un día beige.
Tal
vez, porque sea un naranja muy claro
color a lana cruda con su saturación débil,
sin teñir, con nostalgia de pastos y campos.
Incompleto desafío de querer ser otra cosa,
preámbulo
de suéter, de jubón sin mangas.
Con espíritu
y conciencia de neutro rezago,
agresivamente
depresivo, deshumanizado.
Un día
en retroceso a lo que antes pudo ser,
pasajero
limitado de la vida, duda cansada.
Un día
beige es un sueño en tardío soliloquio,
música
sin memorias, pueril reclamo
nihilista.
Tal
vez sea por eso que nadie tiene esos días,
y
solo a mí se me ocurre que puede lograr existir,
en
la caravana de amaneceres, un día así.
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