Si
pudiera escoger un reflejo de otoño,
tomaría
un cuadro absurdo y abstracto,
tal
vez un Kandinsky, un Miró o Juan Gris.
Permanecería
desvelado, escudriñando
un amanecer
dos veces despiadado,
surgido
de la envidiada paleta de ellos,
buscando
una locura o un algo diferente,
que
me diga que ese destello moroso,
que
dejo el insolente pincel en el lienzo,
surgió
de su mano para escapar conmigo,
invariable,
con las madrugadas y el viento.
Arrancarme
todos esos vicios que duelen,
en
el trasfondo del amor que envenena,
y ya
sin ellos, poder continuar en viaje
a un destino ahora desconocido y ausente.
Y de
lunes a domingo enamorarme en ti,
en festín
de inagotable inocencia raptada.
En
tanto, es aburrida esta abierta escena
de ciertas
heridas en el sol del verano.
Ilustración: "Serape" - Katherine Treffinger
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