Siempre
despertar los mismos errores
y con dos
siglos de retraso transitar.
No hay fin
de ese mal ciclo y duele.
Como olvidar
que, inevitable, se estrella
la
realidad en la pared de la ceguera,
en el sin
sentido de
los mal elegidos,
en auto
creerse omnipotentes dioses,
y solo
son pequeños ángeles caídos
en el consumidor
fuego de su egoísmo.
Impávidos,
se suicidan desnucándose
para mejor
ver quien servilmente,
genuflexos,
los aplaude y ovaciona.
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