El vestido se desarruga en el lenguaje de la piel,
promete mágicos instantes de desnudeces en ciernes,
revelando solo el misterio de un ya visto algo nuevo,
despeja intrigas, a medida que cede en su cometido.
Con
compases de abecedario para otoño,
resbala,
cediendo
posiciones en su parsimonioso recorrido.
Tímido,
incumple su ofrenda, demorándose en colinas,
la
breve escala no impide la urgencia de su descenso.
Cual urgida balandra mengua la extensión de su
tela,
como
si quisiera pronto echar anclas en calmas aguas.
Minucioso, zozobra sobre el borde del bosque virtuoso,
esperando zanjar, en veloz derrotero, un último trecho.
Hermanándose
en la alfombra.se arrebuja en desmayo.
En
la penumbra se luce, descubierta, la oculta belleza.
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