A veces estallan relámpagos en la piel,
entonces, el silencio calla su ansiedad.
Despertares de aforismos que se
inician
en un aprendizaje de diferentes infinitos.
El placer prepara su viaje de ida y vuelta,
despertando suspiros en el desenfreno.
Enigmas de dos, blindados en su mundo.
Huestes de una intimidad no compartida
en la que, el atardecer, esconde halagos
en manos colmadas de sabrosas miradas.
Misteriosa realidad. Hermoso poema.
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