jueves, 9 de abril de 2015

Merodeando


Divagando al fin del día,
me despojo con silencios
de las sobrantes palabras.
Atesorando desnudeces,
me hundo en ese vacío
que cobija la ignorancia,
hasta que en la alborada,
vuelvo a la necesidad
de envolver mis miserias
con madrigales de letras.
Y suelo encontrarlas allí,
merodeando mi osadía,
para restituirme resquicios
por los que pueda aprender.

1 comentario:

  1. Al fin del día, se torna necesario el silencio, aunque en él se cobije la más recóndita imaginación. Excelente poema. Malania

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