Guardemos sólo las
cosas que tengan nubes y vientos,
consumamos el tiempo
en el beso sagrado de la parición.
Embalsamemos el aire
hasta que brille y haga doler,
a menos que talles
una imagen que lleve tu nombre
y con tus labios la
tatúes en mi frente y dure,
dure hasta donde
nunca cesa la duración. O más allá de ella.
Que lo desaparecido
quede como lo que persiste,
que nadie nos sueñe
mientras nos tienta el lienzo de la piel
y convertimos las
palabras en paisaje,
derrochando agua y
pasos camino al corazón.
Déjame estar donde
nunca puede estar,
y que el viento me
conceda vagar por las nubes.
Ilustración: "La piel como lienzo" - Gesine Marwedel
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