El calor es una luz estridente en la obviedad.
Allí se rebelan los cinco sentidos.
Es un invisible humo cortante que me circunda.
Lo sabía desde antes de ayer,
lo delató el pronóstico extendido del tiempo,
lo anunciaron junto la importancia del sol sobre las
flores.
Ya hoy, en este momento,
el cuerpo es un desnudo indefenso condenado a sudar,
los geranios en la ventana aplauden.
Sentado, como un buda despreocupado, presagio mis fatigas.
Los días son largos llegando el verano,
vagabundean como jirones recién llegadas golondrinas.
Tú sigues conmigo, aunque ya no estamos,
el calor dilata los cuerpos y las distancias entre los
cuerpos.
Entonces hago solamente lo que siempre he hecho,
calculo la posición de las sombras,
perennemente huyendo del lenguaje del fuego,
y pienso en antes, cuando todo estaba bien.
Creo que nadie en el mundo escapa a esa realidad y a esas sensaciones. Buenas letras.
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