Tu boca me dejó hundirme en ella.
El horizonte se perdía en su profundidad,
un crepúsculo caliente me recorrió la piel.
Salobres estremecimientos vibraron
como aguas que se acercan y acarician.
Se encrespó, instintiva, la luna del espejo
y dejó de reflejar lo que sucedía.
Encontré un viento cálido y escandaloso
desordenando tú regazo,
el mundo se apropió de mí desde tu boca,
alimentó mis hambres y sació mi sed.
Ese río que nace de ti
me dejó saborear el fuego intenso
que habita en tu cuerpo.
Todavía estoy allí, deseoso de extravíos.
No te has ido ni te irás.
Aún tus perfumes antiguos me retienen
con miles de olas insidiosas.
Mientras las chicharras cantan su melodía en este mediodía caliente, leo tus letras que se vuelven cálidas por el contacto con el aire, y saboreo granos de pasas de uva para mantener la energía hasta que la distancia se disuelva y las aguas vibren. M.N.
ResponderEliminarExcelente poema donde declaras estar vivo.
ResponderEliminarFelices fiestas de Navidad y Venturoso Año 2017
Amor, Paz, Salud
Abrazos desde Quebec.