Un transeúnte sin bolsillos
busca tener un lugar entre el mañana y el ayer.
No sabe que ya han inventado el hoy,
único tiempo en que se vive.
Frente a mí el espejo mastica un eco,
algo sale dispuesto a no ser visto
y se eclipsa en el vaho aunque no me lo diga.
Arrojo por el aire la mesa y la silla.
Se quedan estáticas, como una fotografía.
El agua corre por mis dedos,
se mueve, me toma y se regresa,
ondea en el horizonte y se divierte en mi voz.
Se repite el arco iris reflejado
sobre una oxidada lata de cerveza.
Se me ocurre que me grita:
“Cuando me olvides te recordaré en la espuma”
¿Quién quiere recordar un nombre
con todas las arterias abiertas?
Cierras un viaje introspectivo con una interrogante desgarradora.
ResponderEliminarMaravilloso tu poema, Sergio.
Mil besitos.