Me libero de los espacios de la espera,
me dejo caer en el sonido del reloj.
Agazapado observo una falda estampada
con miles de estrella. Es la noche.
En ningún lugar
hablo de ella. Todavía duele.
Es difícil hablar sin un inicio ni un fin,
hablar por hablar, el ritual de pasar la página,
hurgar entre las mentiras de hoy,
entre las metáforas
ingeniosas y la simplicidad.
Soy horrible desnudando el alma,
una delgada curva de la memoria sin maquillaje,
la atrocidad del tiempo a la distancia,
un lienzo descompuesto en eterno retorno.
Solo tengo certeza de la inocencia del color,
y de esa
oportunidad que tengo al despertar
de perfumarme en un costado azul.
Hermoso poema. El perfume del color azul es delicioso sobre todo al despertar.
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