Te construyo como una canción de trinchera,
improvisada y alocadamente. Con reciedumbres.
Te grito en silencio con romances de artillería,
en el desconocido laberinto de las contiendas.
Me construyo un arco iris incierto de paradojas,
para germinar la contingencia que no postergue
una
amnistía de dos corazones en caída libre.
Como un guerrero, ogro azul, pretendo el triunfo
que corone tu rosa blanca, rindiéndome fugaz.
Siempre se puede esperar de nuestros cuerpos
una reencarnación sin súplicas ni vergüenzas.
Presuntuosos, que sin resignación aprendemos
de la necesaria necedad de combatirnos sin prisa,
guarecidos en encuentros que presagien final feliz.
Una canción romántica en silenciosa artillería, dos corazones en caída libre a través de un arco iris, germinará una rosa blanca con felicidad sin fin. Precioso poema.
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